Movimientos

Movimientos

El mármol se eleva y deja de sangrar sobre la herida y la herida baja, baja y baja hasta perderse en la línea. Las sombras todavía no han entrado en la pintura. Pronto se abrirá paso la certeza y vendrán los pájaros del misterio y las agujas del erizo a confundirse con las gotas de rocío. Será el momento en el que nacen los rituales del olor y la saliva, resuena el balido distante del macho cabrío, mueren los colores, el mar refleja lo que ha dejado de existir, se cumple el sueño de soñar y la canción carga con un recuerdo siempre más suave que la verdad.

Así como entraron saldrán las sombras de la pintura, el mármol se fundirá en la palabra y la herida volverá a sangrar.

Musa

Te esperé
sentado ante un montón de hojas en blanco
y la botella
medio vacía a veces
y otras medio llena.
Pensé que traerías
un hallazgo entre las letras torturadas,
versos con el recuerdo
de la mujer que no supe amar,
el llanto en el alcohol cuando se vuelve poema
y la canción de un juglar.
Llegaste de la mano
del sueño, la soledad
y el oscuro reflejo de la nada.
Como siempre.

Palabras

La palabra robada,
la dicha,
la que acompaña,
la prestada,
la callada,
la que hiere,
la que duele,
la guardada,
la inútil,
la que insulta,
la palabra viva,
la del labio,
susurrada, húmeda, ardiente,
la de la garganta,
gritada, ronca, áspera,

la del poema, el diario, la canción,
la que se dice en catalán
o en idish
o en porteño,
la recitada,
la cálida,
la hueca,
la maldita,
la mala palabra,

una sola palabra,
te doy mi palabra,
su palabra contra la mía,

la que el viento se llevó,
la construida, la rota, la antigua,
la que ya no se usa,
la auténtica,
la extranjera,
la mejor, la peor,
la palabra de honor,

hombre de palabra,
hombre de pocas palabras,
a palabras necias,
palabra sobre palabra,
la palabra a tiempo,
no tengo palabras,
la mal dicha,
la palabra de cortesía,

palabras de amor,
palabras oscuras,
palabras vibrantes,
palabras de boca en boca,
juego de palabras,
palabras que resuenan,
palabras ahogadas,

sin palabras,
palabras de consuelo,
sus últimas palabras,
divinas palabras,
palabras vacías,
palabra de Cristo,
no tiene palabra,
palabras al vuelo,Palabras
palabras que llenan,
vosotros
ni palabra,
son
puras
palabras.

El final del poema

Allí donde aún flota su perfume
pasan las horas de un poema
que espera en silencio el verso final.
Ella cantaba la canción de un trovador
que murió con la sombra de la acacia.
Cansados del camino
sus pies jugaban a ser alas de calandria
y las manos rozaban alboradas.
Hoy son otros
los ojos que acarician su mirada
y por el puente
se desliza su esbozo hacia el recuerdo.

La última mirada

Si hubo una última mirada
cubrió tus ojos con el recuerdo
de las horas del domingo,
con el olor de los pinos en la arena
y con el canto de voces
que hacían la historia
en vorágines de libros y combates.
Si hubo una última mirada
viste a papá sonriendo en la penumbra
como sólo lo hacen algunos moribundos,
susurrándote su amor entre los años.
Si hubo una última mirada
en ella estaba Pablo
con su asombro, su miedo y su tristeza.

Yo sentí que el relato volvía a desgranarse
al no ver tus pasos hacia la mancha oscura.
Pero ojalá oyeras de mis labios secos
las notas lejanas de esa canción en idish
en la que sería tu última mirada.

Sueño de ratón

El reloj contra el espejo
marca las deshoras.
Las canicas caen al revés
y el abrojo
pinta un caballito
en el mar de las montañas.
Salgo a mirar los picaflores
y veo entre los cielos
un ratón que sueña con ser nube.
Trepo por la cuerda del columpio
con un ramillete de agujeros de gruyer.
Canturreo una canción que no protesta
y llego al viejo andén.
El viento
hace remolinos con historias
y papeles de envolver encantamientos.
El sueño del ratón se come el queso
y la nube se sube al tobogán.

El murmullo del invierno

Cuando el rumor de la tristeza
echa el ancla en tu poema
hablas con la voz de alguien que vive
en una casa que nunca fue arrasada.
La bruma cubre el viaje
entre los ocasos
y algunas noches que el invierno salva.
La escollera oye la canción
lejana como el ruido de las olas en la arena.
Hablan las ruedas y las vías
y la lágrima no llega al llanto.
No se cansa mi mirada
sobre el cántaro de tu silencio.
El día se evanesce sobre el papel de las letras.

¿Entonces por qué?

No es por aquel sueño
de dar la vuelta la mundo
en un buque mercante holandés.
Tampoco por la noche interminable
en la que tus pies descalzos
inventaron el amor
bailando en la mesa de la fonda.
No es por tu risa,
desnuda en la playa
ni por el primer beso
entre prisas y eucaliptos.
Ni por la carta que escribiste
en quién sabe qué café.
No es por tu lágrima
cada vez que escuchabas
la canción del soldado en la frontera.
Ni por la despedida
que nubló para siempre tu mirada.

Es por ese pequeño temblor
que dibujaba en tu boca la sonrisa.
Por eso es difícil olvidarte.