Cuando el rumor de la tristeza
echa el ancla en tu poema
hablas con la voz de alguien que vive
en una casa que nunca fue arrasada.
La bruma cubre el viaje
entre los ocasos
y algunas noches que el invierno salva.
La escollera oye la canción
lejana como el ruido de las olas en la arena.
Hablan las ruedas y las vías
y la lágrima no llega al llanto.
No se cansa mi mirada
sobre el cántaro de tu silencio.
El día se evanesce sobre el papel de las letras.