Era

Era un acúmulo de pasos,
una hierba veraniega,
el beso en un portal oscuro,
un jabalí en la noche de las trufas,
un ansia de seguir viviendo,
un colibrí.

Era un exilio amortizado,
un futuro colmado de recuerdos,
el beso que amanece,
el amor que vive agonizando,
la maldición,
el barrio que se muda desolado.

Era un rincón sin paredes,
el agua en la pecera seca,
el beso en la pasión fugaz,
un terciopelo,
un seis con cinco en cuatro,
la colección de fotos.

Era la película de un niño,
un aura sin presagio,
algo trivial,
el ojo que mira la sospecha,
el inquietante rumor,
la magnolia sin fragancia.

Era el fulgor agazapado en la tiniebla,
una presencia,
el beso que renuncia a la caricia,
la grieta en el desvelo,
el rocío de la hora que despierta,
el silencio de la nieve.

Era tu arte
y tu sombra durmiendo entre las rocas,
tus besos jugando al escondite,
tu gesto en la distancia del ausente,
tu paz en la guerra del ocaso.
Eras vos cruzando la alameda.

La amante oscura

La amante oscura
teje sus sueños en la máquina de arder.
Su pasión es la espera
que abrasa los tiempos del reloj.
Acurrucada
en los cálidos rincones del silencio
piensa en el amor
como en un antiguo amigo
que de vez en cuando la visita
trasteando recuerdos y milagros.
La amante oscura
siempre ama a contraluz,
a contratiempo,
a contrapelo.