Pinturas cotidianas

Y una vez por mes
toman un café
en la misma mesa
del mismo bar.
Ella ya no es
la jovencita de ayer.
Y por supuesto que él tampoco
pero desde mucho antes.
Hablan sin prisas,
a veces llenan silencios con palabras,
a veces no los llenan.
Charlan de los huertos,
de pasiones recortadas,
de niños que nacen,
de días de sol en inviernos costeros.
Ella le cuenta un viaje
y él le dibuja el mapa de un bosque perdido.
Ella le canta una letra guardada
y él le promete un boceto secreto.
Y se miran disfrutando
los cálidos momentos.
Y luego, contentos,
pero con un dejo de pena,
se aciertan un beso en las mejillas,
se sonríen
y vuelve cada uno
a su vida feliz.

Tengo un amigo

Para Ariel en sus 60 septiembres

Lleva barba,
una sonrisa
y a veces se pone profundo.
Compartimos el jazmín de La Lucila,
las arenas de la Villa,
un campamento en San Pedro,
novias que no tuvimos,
el folklore, la clásica
y modelos que se arman
en las nubes de palabras.

Lleva una huella
que aún sangra
en las batallas
entre memorias y olvidos.
Compartimos la oscuridad de un silencio,
el mismo chivato ruin,
la eternidad de su encierro
los dos días del mío,
el miedo, la penumbra, la agonía.

Cruzó el agua
en un arca de Noé
y nos vimos en días inciertos,
sin soles, sin lunas.
Compartimos la certeza
de los hijos del destierro,
las jarcias en la barcaza,
la sorpresa, el desafío.

Cada tanto,
cuando el mar se seca y lo salvamos,
el desconchado espejo
del café de un puerto ausente
nos ve charlar de lo que fue,
lo que quisimos,
lo que murió sin ser
y lo que nace del relato que escribimos.


Un rollo

Queridos,

no he estado muy activo estos días y varios amigos me lo han dicho extra blog: teléfono, correos electrónicos, charlas personales…

Por un lado me gratifica el saber que tengo seguidores que noten mi ausencia. Por otro lado me pereocupa la discontinuidad de mis aportes al blog.

Creo que esta última se debe en parte a mi autoexigencia. Yo me propuse publicar mis poemas con una grabación de los mismos en cada entrada. Me parece que esto en parte se debió a mi condición de intérprete… En el arte me formé en la música y para mí ser el intérprete de mis obras o el de las de otros fue siempre fundamental. Ahora me encuentro en otra situación. Desde hace alrededor de 10 años que la poesía ha pasado a ser mi (otra) profesión y creo que me costó el dejar de ser intérprete de la misma. En realidad en este arte el intérprete es siempre el lector. Él es quien acentúa, quien hace las pausas, quien llora, quien ríe. La maestría del escritor creo que reside en que el borrador que él presenta sea interpretado por el lector con la sensibilidad que el autor le impuso a su obra.

Todo este rollo va para deciros que de aquí en más no voy a grabar todas mis poesías. Sólo grabaré algunas como lector de las mismas.

Como siempre espero críticas, silbidos, aplausos, pataleos y otras expresiones sonoras que por buena educación no especificaré (¿Cómo puedo hacer para desprenderme de la buena educación?)

Un fuerte abrazo

gabriel