El reloj contra el espejo
marca las deshoras.
Las canicas caen al revés
y el abrojo
pinta un caballito
en el mar de las montañas.
Salgo a mirar los picaflores
y veo entre los cielos
un ratón que sueña con ser nube.
Trepo por la cuerda del columpio
con un ramillete de agujeros de gruyer.
Canturreo una canción que no protesta
y llego al viejo andén.
El viento
hace remolinos con historias
y papeles de envolver encantamientos.
El sueño del ratón se come el queso
y la nube se sube al tobogán.
Y el ratón, el queso, sus agujeros y la nube parecen habitar la mente de un niño, o su sueño.
Me has dibujado una sonrisa.
Es un premio al poema el que te haya dibujado una sonrisa, Verónica! Gracias.