Cuando el final
acechaba en las veredas
y los gritos herían los zaguanes
aquella ciudad
fue solo la imagen del patio de un colegio,
de la tiza que dibuja la rayuela,
de un tango que escapó del viejo fuelle.
Allí quedó atrapada
y allí se fue muriendo
mientras otras memorias
comenzaban a acunar al desterrado.
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Letras, silencios y palabras
Nadie escribió las memorias
de los grillos que agotan su canto
después de los fuegos de la tarde.
Solo hay cubos llenos de días,
de versos, de lugares.
Y de silencios de serpientes.
Las letras no pronuncian
el nombre de los hijos muertos
en las guerras de otros.
Un bicho dormita en las palabras
que anuncian ciénagas y barros.
Solo queda hablar de las magnolias
cuando en verano muera su perfume.
Pequeñas formas
Cuánto amor derrochado
junto a las pequeñas formas oscuras y antiguas
que pronto serán el dolor del fuego.
Sé que nunca podré luchar
con la desazón de saberte muerta
ni con los duendes
que atrapan las aves nocturnas.
Los dioses que maté
anidan en las tripas de un colibrí.
En mis desvelos tras el telón oscuro
dejo volar el sabor de los refranes,
las palabras que hieren la hierba
y la mano que un día derramó la sangre.
Reflejos
Reflejos
En el dormitorio vacío
la noche cerrará los espejos.
J.L.Borges
Cuando el fulgor abandona las ventanas
ellos se vacían de sonrisas cómplices,
de pestañas que equivocan el atajo,
de labios dispuestos,
de muecas, necios y madrastras.
Lentamente los deshabitamos
y entonces dejan de ser.
Entre las sombras
el inútil cristal resiste en un pasillo
donde la última luz se negó al reflejo.
La tiniebla conjura el hechizo
de tener lo que no está
y la ausencia del que mira
dibuja por un momento su existencia.
La noche
es el silencio de los espejos.
Al aclarar
la multitud espera
la llegada del cristal
y nadie percibe
el azogue de la quimera.
La penumbra devora
mil trozos de luz rota
y los hilos de azar
bailan danzas
de ánimas y espectros.
Entre árboles de agua
y amenazas de noche
los peces vuelan
hasta acariciar la calma
de un muelle de cielo gris.
Luego
se asombran
de ver el revés de un hombre
que recita soledades
en azoteas de ríos lentos
o acompaña el canto
del tronco preso
entre ondas de invierno
y flores que no alcanzaron a abrir.
Más allá de los torrentes
el temblor lucha con la roca
y aleja el cielo
del deseo de la reja.
El sol se empeña en ocultar
la testa de la tímida sonrisa
y poco a poco se alza el muro
que secuestra para siempre
la improbable libertad del condenado.
La arquitectura del caos
imprime su delirio en las paredes,
amenaza el equilibrio
de ventanas que contemplan
el vuelo de gaviotas,
de grillos,
de pasiones,
rompe los marcos, los dinteles,
los espacios, las antenas, las vigilias,
gasta los cielos,
agota las nubes
y funde las líneas
hasta dibujar el sueño en el que vive.
Allí trabajan las figuras que saben
lo que nosotros ignoramos.
Son el ser y lo volátil.
Sombras
y copias de las sombras
que huyen del vértigo
con artificios
que solo atrapan lo irreal.
Se miran
y no sabemos si se ven.
Imaginan las pinturas
de un personaje que camina
por la orilla de un mundo
al que finalmente llega la paz
y en el que en cualquier recodo del camino
asalta al caminante
el temor de no estar en el reflejo.
La noche vuelve a ser
el silencio de los espejos.
Tinieblas
Como si la noche fuera la magia de un sonido
o la fórmula del olor del pan
o la saliva del ave que migra.
Como si la noche fuera
la pócima de las meigas
o el dilema de Casandra
o la caída en el eterno desorden.
Camina en la oscuridad
sin saber que la noche
sólo es una pequeña gota de rocío.
El catalán
Terminó la sesión con su personal trainer a las 9 am. Hoy era uno de sus días más heavys ya que a las 9:10 tenía una charla por team con su coach y luego debía redactar un informe sobre la importancia del making-of en el work in progress que estaba realizando para relanzarse, un grupo de dream house a medio camino entre la new age y el eurobeat. Por suerte haría un break al mediodía gracias a un encuentro absolutamente friendly con su amiga del alma. La semana pasada habían dejado sin acabar una charla interesante sobre cómo la obligatoriedad del catalán en las escuelas ponía en riesgo la supervivencia de un idioma tan rico como el castellano.
Poemas del libro «Bajo la encina»
Aquí

Aquí el dolor de la ausencia,
aquí el ave que atormenta su vuelo,
aquí la distancia y aquí el olvido.
La vida en otros,
el furor al rayar el alba,
el brote y casi la flor.
Aquí el hambre,
la barca y el grito.
Aquí la dignidad y la derrota,
aquí el temblor que amamos,
aquí la palabra y aquí el polen.
Musgo,
hombres vencidos, la piel,
la calle y el pasado.
Aquí el latir del caballo,
la carta que no viaja,
un arroyo y el pez.
Aquí la edad,
aquí el tiempo y la miseria
aquí el dolor y aquí el abismo.
Aquí el lugar donde volvió el nacer.
Aquí donde será la muerte.
Cierro los ojos
Indiferentes a la mirada,
con el desorden
de una vieja película muda
se empeñan en acudir a la verdad.
Entonces
la casa que miraba a las vías del tren
tiende la mano al lago
y los patos se acercan al pequeño muelle
donde el niño intenta pescar
creyendo que ya no es niño.
La serpiente escondida entre los troncos
recuerda su cabeza cortada
y el puente cobija la visita
de las risas y los planes.
Todo se vuelve arco iris
mientras espero que las palabras lleguen
para escribir el poema que dibuje
un olor de eucaliptus
al borde de la acequia
a donde el perro asistía
puntual
y riendo.
Tal vez usted no sepa
que los perros ríen
y el eucaliptus vigila
los únicos barcos
que navegan por el hilo de agua.
Tal vez usted no sepa
que si cierro los ojos
veo las luces de la ciudad de la otra orilla
y también las luces
de los ojos que miran conmigo
las luces de la ciudad de la otra orilla.
Y luego el alba
se escapa de nuestras manos
y ellas quedan solas con sus caricias.
Sigo esperando las palabras
de los versos que recuerden
los caminos del sur,
el puerto con casas de madera
y una cabalgata en la arena
con la muchacha
que hubiera querido amar.
Pero usted no sabe
el color que tenía la tranquera
y tampoco el del trigal.
Me senté un día a su vera
esperando un amanecer
que nunca llegó.
El fuego se hizo cargo
del desaliento y la razón
y fue entonces cuando renunciamos a la súplica.
En el cielo quedó pintada
la noche del rocío y el grillo.
No llegaron las palabras
y usted tal vez nunca lo supo.