El prócer se dispone a mancillar la belleza de los colores inventando una bandera. También mancillará la inocencia del viento cuando la enarbole en esa plaza que cree suya. Mancillará la sangre que derramó el soldado cuando envuelva su cuerpo en ese trapo pintado. Y así, paso a paso irá construyendo el relato.
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El poema
Tendió el poema al claro de una luna de agosto. La piel de la tierra aún tenía el calor de la tarde y el poema se estiró sabiendo de su latir cuando las estrofas tapizaban la cama triste, la de la lágrima y el suspiro, la del tiempo que nunca le devolvió nada. Y así, con los versos desgajados el jilguero dejó el canto en la rama y fue muriendo junto a aquella voz que lo miraba, sorprendido y sin saber el curso de las respuestas.
En «Mentidero de poetas» poemas del libro «La donna del claqué (o no me nombres)» de MJ Romero editado por Eolas.
Esa ciudad
Cuando el final
acechaba en las veredas
y los gritos herían los zaguanes
aquella ciudad
fue solo la imagen del patio de un colegio,
de la tiza que dibuja la rayuela,
de un tango que escapó del viejo fuelle.
Allí quedó atrapada
y allí se fue muriendo
mientras otras memorias
comenzaban a acunar al desterrado.
Letras, silencios y palabras
Nadie escribió las memorias
de los grillos que agotan su canto
después de los fuegos de la tarde.
Solo hay cubos llenos de días,
de versos, de lugares.
Y de silencios de serpientes.
Las letras no pronuncian
el nombre de los hijos muertos
en las guerras de otros.
Un bicho dormita en las palabras
que anuncian ciénagas y barros.
Solo queda hablar de las magnolias
cuando en verano muera su perfume.
Pequeñas formas
Cuánto amor derrochado
junto a las pequeñas formas oscuras y antiguas
que pronto serán el dolor del fuego.
Sé que nunca podré luchar
con la desazón de saberte muerta
ni con los duendes
que atrapan las aves nocturnas.
Los dioses que maté
anidan en las tripas de un colibrí.
En mis desvelos tras el telón oscuro
dejo volar el sabor de los refranes,
las palabras que hieren la hierba
y la mano que un día derramó la sangre.
Poemas de mi libro inédito «Holocaustos»
Madre
Tus recuerdos vagan huérfanos
por un sueño de desiertos.
Los amparo en mi soledad,
los recorro
y mientras mis pasos labran la huella
una ausencia la va cubriendo.
Entonces
es el dolor el que invade
ese espacio hueco
que deja la certeza del adiós.
Aquí

Aquí el dolor de la ausencia,
aquí el ave que atormenta su vuelo,
aquí la distancia y aquí el olvido.
La vida en otros,
el furor al rayar el alba,
el brote y casi la flor.
Aquí el hambre,
la barca y el grito.
Aquí la dignidad y la derrota,
aquí el temblor que amamos,
aquí la palabra y aquí el polen.
Musgo,
hombres vencidos, la piel,
la calle y el pasado.
Aquí el latir del caballo,
la carta que no viaja,
un arroyo y el pez.
Aquí la edad,
aquí el tiempo y la miseria
aquí el dolor y aquí el abismo.
Aquí el lugar donde volvió el nacer.
Aquí donde será la muerte.
El vacío
……………………………………………Para Carlos in memoriam
……………………………………………con todo mi cariño y mi tristeza
Lanzar la moneda
y ver la sombra
en un pliegue de la ausencia.
Nunca más cruz o canto
en esta calderilla.
Simplemente cara
y la triste sorpresa del vacío
que hunde su dolor
en la huella labrada.
En el hueco
sólo nos queda armar el pasado
con la eterna caricia
de los recuerdos.