Aunque un día evoques
los poemas que las manos dibujaban en el aire
o el paseo al amparo de una orilla
o aquel vino que reímos inconscientes.
Aunque en alguna siesta amodorrada
abras el cajón donde duerme tu cuaderno
y encuentres la huella
de los senderos olvidados.
Aunque en tu tranquilo atardecer
yo te sonría desde el árbol-casa
y el pan se hornee con pausa pueblerina
y beses la mano que escribió la carta.
Aunque el tren te anuncie
la llegada a la estación lejana
que entonces guardaba
esbozos de esperanzas y futuros.
Aunque yo pase a ser
un amable despojo en tus memorias
tal vez no te haga daño mi recuerdo
por que nunca sabrás cuánto te quise.