Mientras tanto yo moría
en el nombre tatuado sobre un banco de la escuela,
en el durmiente cautivo de las vías,
en el alba, cuando el rocío dibujaba mis pestañas.
Mientras tanto yo moría
y mi pasión comenzaba a renacer en otra fiebre.
Tú tejías hilos
con lágrimas heladas
y atabas recuerdos de lavandas
cabalgando entre arenas y pinares.
Nadie supo del poema triste
ni de los colibríes
que hace años dejaron tus sombreros.
¿También tú hoy eres otra
o aún está aquel beso
esperando una señal tras el reflejo?