La silla de la bahía

                                                      A Paco de Lucía, in memoriam

En la bahía
la silla vacía
mira la cuerda del horizonte.
La arena evoca las pisadas
que remontaron cometas
y el caracol
cambia por silencios
el canto de las olas.
Palma y quejío esperan
al hombre que añoraba el mar
y ven partir la barquita del puerto.

En la bahía
la silla vacía
mira la cuerda del horizonte
y presiente que en la playa
también la guitarra ha muerto.

El murmullo del invierno

Cuando el rumor de la tristeza
echa el ancla en tu poema
hablas con la voz de alguien que vive
en una casa que nunca fue arrasada.
La bruma cubre el viaje
entre los ocasos
y algunas noches que el invierno salva.
La escollera oye la canción
lejana como el ruido de las olas en la arena.
Hablan las ruedas y las vías
y la lágrima no llega al llanto.
No se cansa mi mirada
sobre el cántaro de tu silencio.
El día se evanesce sobre el papel de las letras.

La mujer de un sueño

La locura
ha navegado el mar de tus palabras;
dibuja un colibrí
que devora tus tobillos
y silba una nana a la peca de tu espalda.
Vive en la sonrisa de beso y silencio,
en el vidrio de tus ojos
que evocan quién sabe qué tristezas
y en ese terciopelo
donde mueren las ausencias.
Cuando el sueño te abandone
en la verdad de otros caminos
sabrás que estos versos
ya no hablan de ti.
Y yo en mi vigilia
tendré miedo de volverme cuerdo
y perderte en el bosque de los soles
que habitan por las noches mi poema.

Si he de elegir

Si he de elegir
elijo el rostro ancestral de la memoria,
la madrugada en el mar,
el balbuceante beso adolescente,
el barrilete que vuela en otros cielos.
Elijo la palabra de mi historia,
el gesto del reparto y la justicia,
la voz que reclama hasta el silencio,
el dios ateo,
el canto de una niña.

Para que surja la nostalgia
como la vieja postal olvidada
en el libro que ya no leeremos.