Musa

Te esperé
sentado ante un montón de hojas en blanco
y la botella
medio vacía a veces
y otras medio llena.
Pensé que traerías
un hallazgo entre las letras torturadas,
versos con el recuerdo
de la mujer que no supe amar,
el llanto en el alcohol cuando se vuelve poema
y la canción de un juglar.
Llegaste de la mano
del sueño, la soledad
y el oscuro reflejo de la nada.
Como siempre.

En el piano

Vale la esperanza y el tedio
si la tormenta no trae un agua
que huya por los pedales.
Vale también la pasión de la nodriza
si deshace la ruta del juglar
mientras el artífice acomoda sus brazos
frente a secretos
que nunca serán grises.
Tiembla cuando el pájaro
despierta de su muerte.
Alberga un ratón
jugando con las notas
y es la serpiente entre las cuerdas,
es el salto del lince
y a veces
la mirada del ahogado
o la fiebre de la virgen
o la caricia de un efebo
y a veces
el llanto del que sabe
que el marino ya no vuelve.