La visita

Con la sorpresa que guardan
algunos días tontos
llegas de la mano
de un pequeño vals de octubre.
Te quedas dos, tres días
y luego vuelves
al refugio de una vida
cerrada a mis recuerdos.
Despierto risueño
aunque el soplo de tu voz
perdida en un poema de otro siglo
me susurre que serás siempre una ausencia.

Pensares (I)

1. Recostada en la pasión,
sin navegante
la barca vuelve al sueño de la frase.
La palabra habita huérfana
en los labios del que ama.

2. Errante, la hoja desprecia
la pasión por imposible.
Tal vez sea el brote
el que mañana
se abrace contemplando
horizontes que se alejan.

3. En el zaguán de la idea
el verso se demora
al cobijo de lo que la palabra calla.
El poema es una crisálida quieta.

4. Atardece y tus pasos
hechizan el camino.
Las huellas arraigan
en el olor del romero
cuando el campo dibuja
una danza con tu sombra.

5. Sin prisa nos va dejando su rescoldo.
Tras el cristal
el hogar adivina un perfume a flor antigua
y la tarde piensa que pronto será el alba.

6. La nada agranda
la aridez de sus fronteras.
Desesperado, el hombre intenta
descubrir nuevamente la palabra
y dar sentido al hueco.

7. Cómo será el hablar de la locura
cuando el invierno deje
su manto de hojas secas
en un espiral de sueños y delirios.

8. Cuando el viento mueve sus pestañas
las hojas que quedaron
del otoño muerto
dibujan una frágil rayuela en las veredas.

9. Mudo mi tristeza
a un rincón del verso que se olvida.
Con pena descubro
que no será más el motivo de mi llanto.

10. No quiero oír más
la canción que enmudece al borracho,
da años al niño,
vacía los arroyos
y desangra al caminante en las palabras.

El cristal

La lluvia cala
en la simiente de una imagen.
Tras la gota
el cristal juega a separar los pensamientos.
Tras el cristal
un niño mira el jardín de la novia muerta.
La tarde se tiñe
del olor que entristece la mirada
suspendida en el beso del ligustro.
También duele el canto
que la lluvia lee en el atril de los tejados.
La danza de las gotas
atrapa al niño en la ventana
donde dibuja un sendero
que cambia con la agilidad de los imanes.
Siempre es otoño
si el orvallo pinta los momentos.
Cuando la noche comience su camino
el farol que tiembla en los reflejos
abrirá un sueño de adoquines.