Me transporta a algún lugar
donde el color de la angustia
escupe asilos en el pecho
o donde alguien mira feliz
un ignoto amanecer
en la isla de palabras
o donde la muerte pasó
y dejó un páramo de penas,
la doliente maldición del viudo,
el olor a pasos de hospital,
el beso seco
o donde el salto es la sonrisa
de la hermosa criatura
que nos mira triunfando
a través de nuestros sueños
o donde un hálito
imagina el crimen
entre las hierbas malditas
de la mujer que no me amó.
La nota huye
del arco mandamás
y canta la canción de siempre,
la que murió en los labios del poeta.