En la muerte de Juan Gelman
A veces el viento
llega hueco.
Sin luna, ni arrebato, ni silbidos,
ni el alivio del recuerdo.
La luz se estanca
en la pesadez del ojo.
En la cabeza se agolpan
las palabras sueltas.
Los pasos se arrastran
con un gesto absurdo.
Es entonces cuando el frío
nos deja inertes
en el rincón de la muerte de otro.