Silencio oscuro

A Quicu Samsó, in memoriam

Estem però no hi ha ningú
Quicu Samsó

Un lienzo blanco.
El alabastro
al que nadie le dará vida.
Un rototom que espera la baqueta.
Alguien busca en la lejana linea
las palabras del poema que no sabrá escribir.
Ahora
que la orquesta entera
ha dejado de sonar
el aire es un silencio oscuro
y un café se enfría en la mesa vacía.
¿Quién nos dirá
cómo sembrar este erial?
Estamos. Pero no hay nadie.

La mujer y la muerte

Ojalá la muerte venga sola.
Con ese silencio
del que hablan los poemas.
Con la oscuridad
de una paz sin destellos.

Ayer
un cielo gris
inundó mis ojos
y borró la sonrisa.
Hoy me alejo del tiempo
que empañó mis días
y los sembró de aullidos,
de garras y tormentas,
de un cansancio antiguo,
de un dolor de vida,
de una herida que me habla del amor
que una vez creí tener.

Reflejos

Reflejos

En el dormitorio vacío

la noche cerrará los espejos.

J.L.Borges

Cuando el fulgor abandona las ventanas

ellos se vacían de sonrisas cómplices,

de pestañas que equivocan el atajo,

de labios dispuestos,

de muecas, necios y madrastras.

Lentamente los deshabitamos

y entonces dejan de ser.

Entre las sombras

el inútil cristal resiste en un pasillo

donde la última luz se negó al reflejo.

La tiniebla conjura el hechizo

de tener lo que no está

y la ausencia del que mira

dibuja por un momento su existencia.

La noche

es el silencio de los espejos.

Al aclarar

la multitud espera

la llegada del cristal

y nadie percibe

el azogue de la quimera.

La penumbra devora

mil trozos de luz rota

y los hilos de azar

bailan danzas

de ánimas y espectros.

Entre árboles de agua

y amenazas de noche

los peces vuelan

hasta acariciar la calma

de un muelle de cielo gris.

Luego

se asombran

de ver el revés de un hombre

que recita soledades

en azoteas de ríos lentos

o acompaña el canto

del tronco preso

entre ondas de invierno

y flores que no alcanzaron a abrir.

Más allá de los torrentes

el temblor lucha con la roca

y aleja el cielo

del deseo de la reja.

El sol se empeña en ocultar

la testa de la tímida sonrisa

y poco a poco se alza el muro

que secuestra para siempre

la improbable libertad del condenado.

La arquitectura del caos

imprime su delirio en las paredes,

amenaza el equilibrio

de ventanas que contemplan

el vuelo de gaviotas,

de grillos,

de pasiones,

rompe los marcos, los dinteles,

los espacios, las antenas, las vigilias,

gasta los cielos,

agota las nubes

y funde las líneas

hasta dibujar el sueño en el que vive.

Allí trabajan las figuras que saben

lo que nosotros ignoramos.

Son el ser y lo volátil.

Sombras

y copias de las sombras

que huyen del vértigo

con artificios

que solo atrapan lo irreal.

Se miran

y no sabemos si se ven.

Imaginan las pinturas

de un personaje que camina

por la orilla de un mundo

al que finalmente llega la paz

y en el que en cualquier recodo del camino

asalta al caminante

el temor de no estar en el reflejo.

La noche vuelve a ser

el silencio de los espejos.

Noviembre

En el intento de alcanzar el cielo
el ocre cae
con la suavidad del que conoce el baile.
Las calles abrigan
un silencio de humo de castañas,
anuncian el final precoz de las tardes
y dibujan el rumor
del frío en las esquinas.
Hay un suave
balanceo de hojas
y las ramas muestran
sus pieles desnudas.
Melancólico y opaco
noviembre nos susurra que ha llegado.