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El labio en la roca
«El labio en la roca» es un libro de poemas que escribí durante el 2017. Lo he editado en forma digital y os lo podéis bajar gratuitamente del blog en la página «Descargar mis libros». Como aperitivo aquí va el primer poema del libro:
Detener el vuelo
Detener el vuelo
y posarse en la vida de la roca
por donde mana
el agua del desierto.
Besar la piedra
y descubrir que sonríe
con la paz de una madre.
Descifrar la raíz
oculta bajo un manto de liquen
e iniciar el camino
aunque el final no exista.
Obedecer a un dios desconocido
y no amar al hijo.
Creer la leyenda
y así escribir el poema.
Donde muere la distancia
Donde muere la distancia
la quietud enfurece a la roca
y el verbo es un sueño de sal
en el labio herido.
La danza acaricia el aire
en la línea inalcanzable.
Entonces veo la gota en el mar
y el gusano percibe que su muerte
será cuando llegue a la hermosura.
Poderes
Contar la historia
de la ruina que habitó la roca.
Comprender el grito del caminante
y el motivo del soldado
que volvió de Argelia.
Oír la hoja
cuando antes de caer
aborrece al otoño.
Leer el polen
en el temblor del pétalo.
Descifrar la nostalgia de la carta
que naufragó en la noche del poeta.
Paladear el silencio de la duna.
Silbar la melodía del marino cautivo
en el puerto de los barcos
amarrados a los verbos.
Curvar el tronco del roble
con la mirada en la cuaderna.
Salir a la tarde muda
y respirar los cantos
de una infancia que dijo ser feliz.
Morder los labios
que sólo hablaron
la palabra del hechizo.
Volver a agonizar en el amor adolescente
para morir en la lumbre
del mar que nos llama
y nos ahoga con la sed del beduino.
Morir. Pese a todo morir.
Morir en cada hora
que acaba su circuito
las muertes que nos hacen inmortales
y nos nacen de nuevo
en las piedras de la esquina mancillada.
Lo que tenía
Dijo tener
el miedo de la hoja
y una pasión abierta por las tardes
en la roca donde durmió el dragón.
Dijo tener
hojas en la idea,
tardes y estallidos de lavandas
y pétalos pegados al cristal.
Dijo tener
la idea del aroma
que se fuga por las ventanas rotas.
Y con eso,
dijo,
me basta para dibujarte.