Desde https://paramiuncortado.blog/descargar-mis-libros/ puedes descargarte mi libro «Trece poemas por Palestina», un pequeño homenaje a ese pueblo que el Estado de Israel invade, saquea y asesina con total impunidad desde hace 76 años.
Aquí el dolor de la ausencia, aquí el ave que atormenta su vuelo, aquí la distancia y aquí el olvido. La vida en otros, el furor al rayar el alba, el brote y casi la flor. Aquí el hambre, la barca y el grito. Aquí la dignidad y la derrota, aquí el temblor que amamos, aquí la palabra y aquí el polen. Musgo, hombres vencidos, la piel, la calle y el pasado. Aquí el latir del caballo, la carta que no viaja, un arroyo y el pez. Aquí la edad, aquí el tiempo y la miseria aquí el dolor y aquí el abismo. Aquí el lugar donde volvió el nacer. Aquí donde será la muerte.
Dibuja sombras la tarde y el bus abandona a la mujer cansada. Ella sube la cuesta y desde allí lo mira. El artilugio se aleja mientras va repartiendo por calles con casas sin pintar siluetas de hambre, agravios y fatigas que son las que pagan las banderas. Las que otros cuelgan.
Somos pocos.
Dos, cinco, treinta.
Tal vez mil.
Caminamos
entre heridas y palabras
y ordenamos las ideas
ocultas en el hueco
del hambre y la sequía.
Somos pocos.
Caminamos
hacia el gesto que secuestra la ventisca.
Esquivamos cristales escondidos
por el humo y por las piedras
Bebemos gotas de lluvia tardías
mientras el abismo se asombra.
Y los pocos que somos
caminamos
sobre la angustia de la hierba
que hostiga la huella.
El mar navega bajo la barcaza,
acaricia su vientre temeroso
y reclama su parte del botín:
los trozos de esperanza,
el polvo de los sueños.
Los navegantes esperan inquietos
una señal que les oculte el mar.
Pero no hay costa y el final del viaje
está en el cuerpo hinchado,
en los cuencos vacíos.
Los agoreros no han dado la talla.
El dolor se expone en su rito obsceno.
La náusea escarba en la herida del hambre.
Todavía hay un largo
invierno por sufrir.
Queridas amigas y queridos amigos,
Los gobiernos de Europa niegan refugio a miles de personas que huyen de la guerra. Las únicas manos que se les tienden, las únicas sonrisas, los únicos alimentos, se los brindan ese puñado ejemplar de voluntarios que desesperadamente intentan mitigar el dolor de la soledad, la ausencia, la distancia, el hambre.
A todos ellos, abandonados y solidarios dedico este pequeño poemario que he llamado «De la ignominia». Os lo podéis descargar libremente en: https://paramiuncortado.wordpress.com/de-la-ignominia/.
Os pido que si os interesa lo compartáis.
La veta de la alegría ausente
cubre arlequines mudos,
títeres sin hilos,
ositos de un peluche arrancado a tiras.
Y un trozo de pan
que desaparece en la mugre de la boca.