Cuánto amor derrochado junto a las pequeñas formas oscuras y antiguas que pronto serán el dolor del fuego.
Sé que nunca podré luchar con la desazón de saberte muerta ni con los duendes que atrapan las aves nocturnas. Los dioses que maté anidan en las tripas de un colibrí.
En mis desvelos tras el telón oscuro dejo volar el sabor de los refranes, las palabras que hieren la hierba y la mano que un día derramó la sangre.
La editorial Lastura (https://lasturaediciones.com/) acaba de publicar en una hermosa edición mi último libro. «Un viejo olor a hojas quemadas» es un poemario autobiográfico en el que intento ordenar mis recuerdos y vivencias desde la infancia hasta el momento actual. Durante la escritura de este libro me sumergí en una vorágine de recuerdos, memorias y olvidos. Una tarea apasionante que me permitió descubrir detalles de mi vida en los que nunca había reparado. También se me hizo evidente algo que ya sabía pero que pude experimentar de forma muy directa: la poesía permite desnudarnos sin pasar vergüenza (o pasar poca).
Tus recuerdos vagan huérfanos por un sueño de desiertos. Los amparo en mi soledad, los recorro y mientras mis pasos labran la huella una ausencia la va cubriendo. Entonces es el dolor el que invade ese espacio hueco que deja la certeza del adiós.
Terminó la sesión con su personal trainer a las 9 am. Hoy era uno de sus días más heavys ya que a las 9:10 tenía una charla por team con su coach y luego debía redactar un informe sobre la importancia del making-of en el work in progress que estaba realizando para relanzarse, un grupo de dream house a medio camino entre la new age y el eurobeat. Por suerte haría un break al mediodía gracias a un encuentro absolutamente friendly con su amiga del alma. La semana pasada habían dejado sin acabar una charla interesante sobre cómo la obligatoriedad del catalán en las escuelas ponía en riesgo la supervivencia de un idioma tan rico como el castellano.