Hay novedades en Mentidero de Poetas. Comienza un espacio que se llama «Palabras de tango». En él pretendo rendir homenaje a la gran cantidad de poemas conocidos como letras de tangos. Poemas que durante años fueron ignorados como tales gracias a las élites intelectuales que los despreciaron como suelen despreciar las expresiones de la cultura popular. Los diré desnudos o como diría Idea Vilariño: “mutilados, separados de la música, que es su sangre”.
Me gustará tener comentarios, críticas, opiniones. Animaos
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Reflejos
Reflejos
En el dormitorio vacío
la noche cerrará los espejos.
J.L.Borges
Cuando el fulgor abandona las ventanas
ellos se vacían de sonrisas cómplices,
de pestañas que equivocan el atajo,
de labios dispuestos,
de muecas, necios y madrastras.
Lentamente los deshabitamos
y entonces dejan de ser.
Entre las sombras
el inútil cristal resiste en un pasillo
donde la última luz se negó al reflejo.
La tiniebla conjura el hechizo
de tener lo que no está
y la ausencia del que mira
dibuja por un momento su existencia.
La noche
es el silencio de los espejos.
Al aclarar
la multitud espera
la llegada del cristal
y nadie percibe
el azogue de la quimera.
La penumbra devora
mil trozos de luz rota
y los hilos de azar
bailan danzas
de ánimas y espectros.
Entre árboles de agua
y amenazas de noche
los peces vuelan
hasta acariciar la calma
de un muelle de cielo gris.
Luego
se asombran
de ver el revés de un hombre
que recita soledades
en azoteas de ríos lentos
o acompaña el canto
del tronco preso
entre ondas de invierno
y flores que no alcanzaron a abrir.
Más allá de los torrentes
el temblor lucha con la roca
y aleja el cielo
del deseo de la reja.
El sol se empeña en ocultar
la testa de la tímida sonrisa
y poco a poco se alza el muro
que secuestra para siempre
la improbable libertad del condenado.
La arquitectura del caos
imprime su delirio en las paredes,
amenaza el equilibrio
de ventanas que contemplan
el vuelo de gaviotas,
de grillos,
de pasiones,
rompe los marcos, los dinteles,
los espacios, las antenas, las vigilias,
gasta los cielos,
agota las nubes
y funde las líneas
hasta dibujar el sueño en el que vive.
Allí trabajan las figuras que saben
lo que nosotros ignoramos.
Son el ser y lo volátil.
Sombras
y copias de las sombras
que huyen del vértigo
con artificios
que solo atrapan lo irreal.
Se miran
y no sabemos si se ven.
Imaginan las pinturas
de un personaje que camina
por la orilla de un mundo
al que finalmente llega la paz
y en el que en cualquier recodo del camino
asalta al caminante
el temor de no estar en el reflejo.
La noche vuelve a ser
el silencio de los espejos.
Poemas del libro «Un viejo olor a hojas quemadas»
La voz del niño
«ignorando que el hombre del saco
es quien le besa
cada mañana
en la cancela de una devota escuela.»
Javier Solé
Cuando sea grande
escribiré poemas
en revistas que se llamen «Proa»,
o «Combate» o «Adalid».
Podaré un cerezo
y haré caminatas con mi perro
por una montaña
que albergó esperanzas.
Buscaré el nombre perdido
entre los restos de la historia.
Cuando sea grande
soñaré con una infancia verdadera.
Pero entonces será tarde.
Demasiado tarde.
Ataúdes vacíos
Los ataúdes vacíos
hace años que esperan.
No hay color
en los rincones del mapa.
Donde antes clamaba el grito
ahora el silencio es el clamor.
El hombre junta arrugas
y bebe el vino rancio
en la esquina que abandonó el padre.
La ciudad sólo cobija ausencias.
Poemas del libro «Bajo la encina»
El labio en la roca
«El labio en la roca» es un libro de poemas que escribí durante el 2017. Lo he editado en forma digital y os lo podéis bajar gratuitamente del blog en la página «Descargar mis libros». Como aperitivo aquí va el primer poema del libro:
Detener el vuelo
Detener el vuelo
y posarse en la vida de la roca
por donde mana
el agua del desierto.
Besar la piedra
y descubrir que sonríe
con la paz de una madre.
Descifrar la raíz
oculta bajo un manto de liquen
e iniciar el camino
aunque el final no exista.
Obedecer a un dios desconocido
y no amar al hijo.
Creer la leyenda
y así escribir el poema.
Mi formación
He leído a León Tartipekti,
a Simpret, a Solden,
a Cridondo Ruiz,
también a los dumotistas,
a los intelesios y a los que participaron
de aquella experiencia magistral
que fue la Tertulia del Maipochez,
el mugriento bar
de Santín y Lapreda
en el que a desgano se reunían
algunos de los eximios embajadores
de la generación del 3.
Ahora, después de tantos años
me toca dilucidar
cómo pude hacer
este acopio de lecturas
si ninguno de ellos escribió nada
y tampoco tuvo la suerte de existir.
Será porque de algo se alimenta
un intelectual que se precie.