escribir

escribir
escribir sin parar
sin pensar de corrido sin puntos ni comas
con la urgencia de la boca en el mar
la rabia del currante
la pasión de los que esperan el primer amanecer
escribir al muerto que nos habla
desde la memoria y desde el olvido
escribirle al que no dejamos de obligar a renacer
al que rompió la paz que nos cansaba
al que está en nuestra piel
al que nunca se marcha
escribir por amor
por dolor y por odio
escribir para vos
para tú para él
escribir para nadie y morir en la letra
escribirle a la mancha pequeña
que tiene por cielo
el peso del agua
que albergó la plaza
y el aula
que rompió la risa
y la regaló sin miedo
escribirle al árbol al fruto
a la hoja y la gota
a la tierra
a la sal a la herida
escribirle a la que hundió
el grito en la sangre del no
a la del terror de la llave
a la que parió el dolor
cuando nació mujer
escribir puertas
besos prohibidos armarios
y desprohibir todo escribiendo
escribir sin parar ni pensar
así
de corrido
sin puntos ni comas

El sueño y el bosque

Sobre un manto de bocas sin grito
cae el árbol.
La oscuridad del vértigo
desnuda orquídeas
y el despertar se abrasa
en un fuego que no quema las siluetas.
Un niño huye y el anciano
ahoga su terror en la vigilia.

Poco a poco la luz
llevará la calma al latido

Ahora Lampedusa

La cuerda se suelta
y cae el filo sobre el hombre.
Otra vez la infamia
flota a la deriva.
Los retratos del terror
buscan a los hermanos
que ya no tienen rostro.
Lágrimas de ojos que no miran
se ahogan en las aguas inocentes.
Se ahogan los gritos
que flotaron en el aire.
Hasta el olor se ahoga
en la peste del silencio
que abraza el puñal.
Tierra adentro las ratas plañideras lloran
y procuran no mancharse las corbatas.