escribir
escribir sin parar
sin pensar de corrido sin puntos ni comas
con la urgencia de la boca en el mar
la rabia del currante
la pasión de los que esperan el primer amanecer
escribir al muerto que nos habla
desde la memoria y desde el olvido
escribirle al que no dejamos de obligar a renacer
al que rompió la paz que nos cansaba
al que está en nuestra piel
al que nunca se marcha
escribir por amor
por dolor y por odio
escribir para vos
para tú para él
escribir para nadie y morir en la letra
escribirle a la mancha pequeña
que tiene por cielo
el peso del agua
que albergó la plaza
y el aula
que rompió la risa
y la regaló sin miedo
escribirle al árbol al fruto
a la hoja y la gota
a la tierra
a la sal a la herida
escribirle a la que hundió
el grito en la sangre del no
a la del terror de la llave
a la que parió el dolor
cuando nació mujer
escribir puertas
besos prohibidos armarios
y desprohibir todo escribiendo
escribir sin parar ni pensar
así
de corrido
sin puntos ni comas
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22.
La primavera agota en la sal
las flores sin abrir.
En nuestra costa brillan espejos
que no reflejan a nadie
y nadie hay que mire
hacia la orilla
de la que viene Caronte.
Nadie que comprenda el viaje.
Sólo hay sombras errantes
que vagarán cien años
por estas riberas.
Sigue flotando
la infamia a la deriva:
la poesía ha dejado de existir.
Poema número 22 del poemario «De la ignominia»