El músico del tren

La nota busca la caricia
de alguien que la intuya
en el vagón amodorrado.
A dúo con la rueda
que pule la vía
el arco se empecina en evocar
un prado lejano,
un baile,
una pasión.
La romanza llega
rallentando a la estación.
Alguna moneda habrá
que no alcance a pagar
la distante nostalgia
de ese tono menor.

La palabra estéril

Nada fue escrito en la tormenta.
Imposible decir el rayo,
el color del árbol que se agita,
el brillo de una gota en el alambre
y ese silencio antes del trueno.
Nada fue dicho
del fugaz murciélago
ni del prado que dibuja un laberinto
ni del día que se aferra a la montaña.

De la mano de la noche vendrá la paz
y entonces volverá a ser útil
el dibujo de las letras.