La nota busca la caricia
de alguien que la intuya
en el vagón amodorrado.
A dúo con la rueda
que pule la vía
el arco se empecina en evocar
un prado lejano,
un baile,
una pasión.
La romanza llega
rallentando a la estación.
Alguna moneda habrá
que no alcance a pagar
la distante nostalgia
de ese tono menor.
Sonidos antiguos (el tren, el violín gitano), que resuenan con los recuerdos propios y heredados que llevamos en la mochila. Y también este poema queda resonando.
Cuando oigo a esos músicos siempre me parece que su música evoca recuerdos que también son míos aunque los separen distancias de miles de kilómetros.