Nada fue escrito en la tormenta.
Imposible decir el rayo,
el color del árbol que se agita,
el brillo de una gota en el alambre
y ese silencio antes del trueno.
Nada fue dicho
del fugaz murciélago
ni del prado que dibuja un laberinto
ni del día que se aferra a la montaña.
De la mano de la noche vendrá la paz
y entonces volverá a ser útil
el dibujo de las letras.
Preciosa manera de expresar lo corta que se queda a veces la palabra.
Un abrazo.
Gracias, Laura. Es curioso que ese diamante que es la palabra, a veces se nos quede corto. Pero para decir esto, la usamos…
Y, sin embargo, «La palabra estéril» es un microcosmos originado y sostenido tan sólo en la palabra.
Así es, Ester. Un mensaje que se contradice consigo mismo