No dará vida a sus víctimas
la muerte del verdugo.
Pero alegra y tranquiliza
saber que hoy
sopla más limpio el aire.
Ahora lo que queda
de tus carnes asesinas
se pudrirá en el estiércol
de lo que fue tu vida.
La tierra sabrá absorber
la ponzoña que rezumas.
Y sólo los gusanos sentirán placer
al acercarse a tu inmunda pestilencia.
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El idioma del caminante
El idioma que hablan
los que aman la tierra que caminan
tiene vocales mudas en baúles,
comas dispersas en suspiros,
consonantes partidas,
acentos en amores
y puntos finales
en frases inconclusas.
El idioma que hablan
los que aman la tierra que caminan
cambia el sentido de la palabra volver.
Ladrillo a ladrillo
Es una nube
ligera,
suave,
que a veces teje tormentas
en el rincón donde el día se evapora.
Un asiento
en el tren de los viajes imposibles
junto al muñeco
de la historia que no acaba.
Un portal dibujado al mediodía
por aromas a cazuelas,
a pan caliente,
y por juegos que se pierden en los años
Una línea
que camina despareja
entre lugares amados.
Un canto
que nos habló de proezas
y de libros que volaron.
Una esperanza
entre vacíos de espanto
y la sed que no se agota.
Un plato humeante
en la mesa extraña.
Y un dardo clavado en el anhelo.
Mi pueblo cambia
su ropa de entrecasa
cada vez que la noche
llega con su capa de marino
y una carta en sus manos temblorosas.
La mano de mi padre
Sobrevive la figura de mi padre
en la oscuridad
de un horizonte devastado.
Borrosa. Lejana.
Empañada por el llanto
y un camino hacia el vacío.
Mirando alejarse al mensajero
que busca el faro.
Evoco su figura triste,
ahogada la alegría
en la vuelta imposible.
Y este punzante don del recuerdo
trae su mano abierta,
curtida en la magia del vivir,
como si fuera la mía.
En las tardes oscuras de mi otoño
la cálida mano de mi padre
sigue diciendo adiós
desde los muelles.
Porque extraño
Hay un jilguero
que canta en la ventana,
alguien silba
un tango en los zaguanes
y suena la flauta
del viejo afilador.
Sin embargo
vuelvo porque extraño.
Hablé de años pasados
con la gente que más quiero
mientras los vinos
calentaban las palabras,
las dichas, las calladas.
Pero vuelvo,
vuelvo porque extraño.
Pasó una piba joven
parecida a vos cuando eras joven;
y yo,
que te extraño,
vuelvo porque vos estás allá.
Oí hablar de este país
como si fuera el mío
y así y todo
vuelvo porque extraño.
Sentado en el bar
frente a un café que llegó frío
miro pasar
por la ventana mis recuerdos
y sin embargo
vuelvo porque extraño.
En la casa de mis padres
hay fotos, cartas
y memorias estampadas.
Me llevo algunas
al lejano lugar
que siempre extraño.
Y ustedes,
perdón,
vosotros
estáis allá
esperando a que yo vuelva.
Y yo vuelvo simplemente
porque nunca he dejado de extrañar.
La frontera
La hicieron una noche
de vaga paz.
Siempre se hacen así:
de espaldas a los sueños,
de cara a las mentiras.
El río quedó del otro lado.
También la acacia, la novia,
un profe, el compinche,
la escuela y la tahona.
Así hicieron ellos la frontera
y así nosotros
lloramos las ausencias
y miramos con tristeza
la herida del alambre
entre postes de cemento.
Tengo un amigo
Para Ariel en sus 60 septiembres
Lleva barba,
una sonrisa
y a veces se pone profundo.
Compartimos el jazmín de La Lucila,
las arenas de la Villa,
un campamento en San Pedro,
novias que no tuvimos,
el folklore, la clásica
y modelos que se arman
en las nubes de palabras.
Lleva una huella
que aún sangra
en las batallas
entre memorias y olvidos.
Compartimos la oscuridad de un silencio,
el mismo chivato ruin,
la eternidad de su encierro
los dos días del mío,
el miedo, la penumbra, la agonía.
Cruzó el agua
en un arca de Noé
y nos vimos en días inciertos,
sin soles, sin lunas.
Compartimos la certeza
de los hijos del destierro,
las jarcias en la barcaza,
la sorpresa, el desafío.
Cada tanto,
cuando el mar se seca y lo salvamos,
el desconchado espejo
del café de un puerto ausente
nos ve charlar de lo que fue,
lo que quisimos,
lo que murió sin ser
y lo que nace del relato que escribimos.
Cansado de volver
Cansado de volver
me siento en un banco de frontera
a mirar el horizonte dibujado
por las aves que huyen de los débiles confines.
Cansado de volver
espero en la penumbra de una espera
noticias de muertes o alegrías
que llegan pero tarde mal o nunca.
Cansado de volver
me subo al tiovivo de la vida
oteo las nubes del recuerdo
y adiós les digo con un dedo.
Cansado de volver
ya no vuelvo más.
Me quedo donde estoy
con lo que tengo
y lanzo otra vez más
la semilla
en esta arena.
Te inventé y te quise
Aún lloraba
la muerte del jardín y los triciclos.
Entonces mi empeño fue quererte.
Recorría con mis padres tus domingos,
leía tus versos,
oía tus tangos…
Y así te inventé, ciudad,
y así te quise.
Pero hoy
cuando vuelvo a tus rincones
sólo veo las ruinas del recuerdo
en el turbio lugar de la derrota.
Ahora hago de mi patria mi destierro
y viajo desexilios imposibles.
Enseñanzas
De ti aprendí los nombres
de los héroes del despojo,
las fechas de matanzas
y de gestas genocidas,
el rosario de mentiras,
la mala educación.
Al carro de tu estiércol
ataste una bandera azul y blanca.
En tus faustos oficiales
dejaste oir el himno
ahogado por las riadas de la sangre derramada.
Hablaste de derechos y de humanos
con tus garras en las vísceras calientes
de un pueblo sin nombre ni justicia.
De ti sufrí el insulto,
la tortura, el exilio, las ausencias.
Tal vez sea por eso
que en mis noches desveladas
es mi voz la que te nombra:
“patria”.