A Videla

No dará vida a sus víctimas
la muerte del verdugo.
Pero alegra y tranquiliza
saber que hoy
sopla más limpio el aire.
Ahora lo que queda
de tus carnes asesinas
se pudrirá en el estiércol
de lo que fue tu vida.
La tierra sabrá absorber
la ponzoña que rezumas.
Y sólo los gusanos sentirán placer
al acercarse a tu inmunda pestilencia.