Aquelarre

El ojo muerto
busca su cadáver
en las calzadas del aquelarre.
Sobre el tejado
el desorden de las luces
espera la sortija del muñón.
Las piernas marchitas en las criptas
no sueñan con las sillas
abrazadas a la soledad del hueco.
Aun así el baile está por comenzar
y las vírgenes exhiben su ignorancia
al final de una historia que no llega.
No hay más lugar para muertos
en la fiesta que consume sus entrañas.

Geometrías

Sin cruzar la grieta
por la que se cuela el sol
los pasos rodean la umbría.
La locura que mora en el círculo
atrapa el silencio de la cuerda
y un aquelarre se angosta en el borde
cuando el malabarista muere
detrás de la línea.
El punto alcanza lo eterno
de la estirpe de lágrimas
que conjuran el grito.
Un baile en la esfera
traba los pasos del payaso
y el payaso gira huérfano
por la ausencia de rincones.
Nadie devuelve el pie robado
al viejo funámbulo
que duerme en el trapecio.
La función acaba
en un óvalo que anhela
la distancia invariable.