Desde mi ventana
miro el chopo blanco.
Sus hojas hablan contra el viento
como títeres plateados,
como espejitos truncos.
Su olor nos viste de recuerdos infantiles.
Y luego,
a su pie,
habrá una tumba de desolado verde.
Se ha quedado sin ribera
y él tampoco está triste en su destierro.
Del poemario «El libro y el poeta»