A veces el viento

En la muerte de Juan Gelman

A veces el viento
llega hueco.
Sin luna, ni arrebato, ni silbidos,
ni el alivio del recuerdo.
La luz se estanca
en la pesadez del ojo.
En la cabeza se agolpan
las palabras sueltas.
Los pasos se arrastran
con un gesto absurdo.

Es entonces cuando el frío
nos deja inertes
en el rincón de la muerte de otro.

El sueño y el bosque

Sobre un manto de bocas sin grito
cae el árbol.
La oscuridad del vértigo
desnuda orquídeas
y el despertar se abrasa
en un fuego que no quema las siluetas.
Un niño huye y el anciano
ahoga su terror en la vigilia.

Poco a poco la luz
llevará la calma al latido

Hoy dejé una luz en la penumbra

Hoy dejé una luz en la penumbra,
y esa luna en un alba que devora,
y aquella flor en las arenas ciegas
que besan las orillas de una sombra.
Hoy dejé mi frío en las hogueras,
mi fulgor en el páramo doliente,
y la ternura en la batalla cruel
cebada de clamores y de heridas.
¿Qué puede ser más viejo que mi muerte?
Cuelgo mi voz en un perchero mudo
y salgo a desandar senderos tristes
que siembran de recuerdos mi vigilia.
Contemplo ensimismado mis ayeres.
¿Qué habrá más lacerante que la vida?