La ventana mira el ojo
y tiembla por la pasión del trueno.
Refleja un espejo donde viven
el vaho del invierno
y pálidas señoras
que beben el cuantró.
La ventana mira el vals,
el cinematógrafo,
el reloj de forma incierta.
Y ahora dibuja el cuadro
de la habitación que desnuda
el temor del hombre solo.
La magia del espejo que retiene el tiempo para recuperar el instante del pasado y arrojarnos de nuevo al presente.
Sigo leyendo tus poemas, que siempre son un golpe de oxígeno…
Gracias Ester! Siempre es lindo tenerte por aquí. Una abraçada
Tenía una ilustración para el poema desde octubre pero ha sido hoy cuando me he levantado recordando el poema amigo escrito por Gabriel con la combinación exacta de amargura y dulzura, como el chocolate más artesano (y con la ventaja de que no engorda) http://blocdejavier.wordpress.com/2014/03/21/ventana-que-mira/
Gracias, Javier. Las que sí me engordan son tus palabras. Un abrazo