Desnuda

Sola, apenas quieta,
la envuelve un suave olor
a violetas, a cortezas,
a hojas que han caído.
Sola, apenas quieta,
la fiebre roza su incipiente desnudez.

Los claros ojos
miran su belleza y la comparten.
Su mano busca
dar gozo al deseo que despierta
y descubre lentamente
los huecos del placer.

Sola, apenas quieta,
la virgen espera
el momento del saber.

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