No perdimos sus canciones, y seguimos dándole vueltas a sus historias, pero ella no está, y desde ayer me ronda “tantas cosas ya se han ido al cielo del olvido…”
Ayer Alba se durmió pensando en un nenito chino que se llevó la Luna a Siu Kiu, colgada de una caña de bambú. Yo tengo ganas de explicarle, aunque ella no lo pueda entender, que María Elena se queda un poquito cada vez que cantamos juntos ese estribillo. Tengo ganas de contarle que a María Elena le habría encantado escucharnos cantarlo. Querría cantarlo de nuevo esta noche, pero no creo que me aguante la voz.
No perdimos sus canciones, y seguimos dándole vueltas a sus historias, pero ella no está, y desde ayer me ronda “tantas cosas ya se han ido al cielo del olvido…”
y ella como el Pequeño Larousse, seguirá siempre a nuestro lado.
Ayer Alba se durmió pensando en un nenito chino que se llevó la Luna a Siu Kiu, colgada de una caña de bambú. Yo tengo ganas de explicarle, aunque ella no lo pueda entender, que María Elena se queda un poquito cada vez que cantamos juntos ese estribillo. Tengo ganas de contarle que a María Elena le habría encantado escucharnos cantarlo. Querría cantarlo de nuevo esta noche, pero no creo que me aguante la voz.
Hasta siempre, María Elena.
Hoy estamos todos con la voz quebrada. Tal vez mañana, y pasado, y luego siempre…