Aquel niño miraba tus recodos,
las grietas de tus calles, las maderas,
las sombras, las aristas, las severas
multitudes que cambian en sus modos.
Con fondos de adoquines y veredas
en las rúas balbuceaban tus tranvias,
esos trenes amputados, y esas vías
que alojaban petardos y monedas.
Ahora algo pasó. Cruzo senderos
sin hojas, sin otoños y sin huellas.
Intento recordar días enteros
y entonces tengo miedo que en aquellas
figuras de recuerdos callejeros
aquieten sus reflejos las estrellas.
Buen espacio, te felicito.
Gracias Aromadelalma!
De nada, sigue cultivando tu talento.