La tristeza no nubla la hermosura

La tristeza no nubla la hermosura
de esos dos rostros cansados.
De pie en el descanso del vagón
el silencio susurra un drama en sus oídos.
Sobran la lágrima y el grito.
El dolor, como un gusano frío,
horada la blancura con un trépano lento.
Miran el túnel
y esperan la estación que nunca llega.
Sus palabras son la mirada suave,
casi en paz con la angustia
que las funde en el abrazo de la queja muda.

Mi sombra es un intruso que comparte su quebranto.