Dicen que en medio de la calle
hay un pupitre.
Hubiera sido una hermosa imagen
si cuatro niños con la ropa seca
lo hubieran llevado allí
una mañana de sol
bajo la risueña mirada
de una maestra
con la ropa seca.
Dicen que hay también
un trencito de madera
y varias fotos en sus marcos
flotando en un charco.
No hay niños.
Tampoco está la maestra.
No hay padres.
Más allá
una nevera sin puerta
deja ver seis naranjas
y tres bistecs
que María no tuvo tiempo de preparar
mientras su ropa estaba seca
y esperaba la vuelta
de sus niños del colegio.
Sentado en el lodo
el padre de María mira sin ver
el imaginario punto del horizonte
donde el sol acarició mares
y arroyos en sus cauces.
El padre de María no recuerda
los días en que su ropa estaba seca.
Su memoria vaga
sumergida en un torrente.
Archivo de la categoría: Poemas
Palabras lejanas
Algunas tardes cansado,
también un poco triste
y puede ser que en otoño,
desciendo por la escalera del tiempo.
En el paisaje brumoso
hay una casa de tejas
con el hogar siempre humeando,
una cama provenzal
y el rincón de los juguetes.
Mis padres se acercan
y algo quieren decirme.
Los miro con inquietud
hasta que ellos comienzan
a responder las preguntas
que hubiera querido hacerles.
Pero ya es tarde
y no entiendo lo que dicen.
Los años se han llevado
el idioma de la infancia.
La mujer y la muerte
Ojalá la muerte venga sola.
Con ese silencio
del que hablan los poemas.
Con la oscuridad
de una paz sin destellos.
Ayer
un cielo gris
inundó mis ojos
y borró la sonrisa.
Hoy me alejo del tiempo
que empañó mis días
y los sembró de aullidos,
de garras y tormentas,
de un cansancio antiguo,
de un dolor de vida,
de una herida que me habla del amor
que una vez creí tener.
Trece poemas por Palestina
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El despertar de la piel
Desde https://paramiuncortado.blog/descargar-mis-libros/ puedes descargarte mi libro «El despertar de la piel» con poemas como
Mundos lejanos
Nunca apacigua
esperar al rendido escarabajo,
al gorrión que reclama
su dosis de jugar,
a la hoja que mira su caída.
En la búsqueda están
las albas azules
para revelarnos
que ellos son los perfectos,
los imposibles,
los que nunca llegaron.
En Mentidero de poetas abrimos el nuevo espacio «Palabras de tango»
Hay novedades en Mentidero de Poetas. Comienza un espacio que se llama «Palabras de tango». En él pretendo rendir homenaje a la gran cantidad de poemas conocidos como letras de tangos. Poemas que durante años fueron ignorados como tales gracias a las élites intelectuales que los despreciaron como suelen despreciar las expresiones de la cultura popular. Los diré desnudos o como diría Idea Vilariño: “mutilados, separados de la música, que es su sangre”.
Me gustará tener comentarios, críticas, opiniones. Animaos
En Mentidero de Poetas cuatro poemas de «El bosque no es un árbol repetido» de Félix Maraña
Escribir la tristeza
Escribir la tristeza
con la palabra que perdió la voz
cuando el barro se hizo grieta.
Escribirla sin temor
a que queme la gota
que el tiempo hará cristal.
Y volverla a escribir
en el olor de la higuera
o en la nota del chelo
o en la foto del barco
que trajo al exiliado.
Escribir la tristeza
sin preguntar por qué
ni anunciar la coda,
sin acercar la mano
a la llama amarga.
Escribirla con la pasión del amante,
con la amargura que roza el odio.
Herirla en la letra
y que la letra arda
y sea furia
o vacío
o amor.
También yo
También yo entraré en el recuerdo
sin tiempo para entender tu viaje.
Será lluvia la caricia del otoño
en el mes que decía tu primavera.
Cavaba un hueco la esperanza,
el árbol
y el aire de la flor.
Fue antes de esa estepa
que arrasó las hojas y el perfume.
Ahora ya no hay tiempo
para entender tu viaje.
Tampoco el mío.
Sólo queda esperar la mano
que abra las puertas del recuerdo oscuro.
El poema
Tendió el poema al claro de una luna de agosto. La piel de la tierra aún tenía el calor de la tarde y el poema se estiró sabiendo de su latir cuando las estrofas tapizaban la cama triste, la de la lágrima y el suspiro, la del tiempo que nunca le devolvió nada. Y así, con los versos desgajados el jilguero dejó el canto en la rama y fue muriendo junto a aquella voz que lo miraba, sorprendido y sin saber el curso de las respuestas.