Un rastro de letras tapiza la huida
y el poeta se empeña
con la pasión del inocente.
Desde el abismo del frío
vuelve a intentar el viaje
con su voz y su pasado
y ese amor que rozó lo posible
y esa violencia muerta.
Pero siempre algo se pierde
en los recodos de la fuga.
Un acento, un punto
o esa melodía que lloró la tarde.
Y entonces la palabra languidece
en el deseo de evocar
el primer vuelo del ave que sangra.
Pena que no tenga suficiente sosiego para leerte más, Gabi. Por ejemplo, este poema -«la palabra»- me parece hermoso y hondo
Qué lindo encontrarte por aquí, Auro! Me enorgullece que te gusten mis poemas. Nos debemos un encuentro con larga charla