No quiero volver
al lugar de las muertes lejanas
donde la herida duerme
en el silencio que deja la memoria.
Donde no hay voz para entonar las letras
y las manos olvidaron las guitarras.
Donde llora el payaso
frente a los que fueron niños
y las piernas recuerdan
el caminar de la odalisca.
Es el lugar
en el que sólo el viento negro
acaricia las tristezas,
mueve los trapecios
y de noche susurra las ausencias.
Para mí, retrata magnífica y visualmente el espacio fantasma de una niñez llena de dolor. No sólo es visual, inquieta por lo audible que es también. Sí, mejor no volver…A medida que descendemos por los versos, se vuelve más inquietante…
Ester, me has obligado a leer nuevamente el poema. Y lo hice con tu interpretación en la mente. La vi clara y tal cual tu la explicas. Pero también puede interpretarse como un tiempo pasado bello pisoteado por algo posterior que hizo que ahora no hubiera voz para cantar ni manos para tocar la guitarra ni niños frente al payaso. Me encantan tus lecturas y tus comentarios. Y sigo pensando que una vez escrito el poema pasa a ser del lector y transforma al autor en otro lector entre tantos. Un abrazo.
El lugar de las muertes lejanas; un espacio temporal o un territorio, de entre todas yo me apunto a la geográfica y la ilustración de una planicie de la pampa parece pertinente… http://blocdejavier.wordpress.com/2013/11/22/el-lugar-de-las-muertes-lejanas/
Temporal y territorial. Así la pensé. Un abrazo y gracias por publicarla en tu blog, Javier.