27 septiembre 2012 de Gabriel Alejo Otoñal Y un día los castaños comenzaron a virar. Los ojos eran atardeceres lentos. Los pies, sendas con hortensias mustias. Y el mar, un sol roto danzando abrazado a la barcaza. En el hogar el fuego agotaba las hojas del eterno almanaque. Share this:TwitterFacebookMe gusta esto:Me gusta Cargando... Relacionado
Muy lindo!!!!
Gracias Migue! Sigo esperando tus versos…