Este es un momento extraño y para muchos muy difícil. Se han roto montones de normas cotidianas y tenemos que aprender a vivir más en soledad. Miles de parejas con hijos hacen lo posible y lo imposible por intentar seguir trabajando y además sustituir las horas escolares con actividades lúdicas y educativas que hagan menos traumático el parón en la enseñanza. A los abuelos se nos hace difícil no abrazar a los nietos y a los hijos. Y no poder echarles una mano. Hemos tenido que aprender a ayudarnos casi sin vernos.
La imaginación se dispara y surgen actividades para hacer en grupo en el mundo virtual. Y eso funciona. Cada uno se exprime para ver qué puede aportar que aligere el confinamiento de los demás, sobre todo de los niños. Yo aportaré estos días lecturas de cuentos y poemas para los niños.
Comienzo con un cuento de María Elena Walsh que espero que los niños de cuatro y más años puedan disfrutar.