Ellos nunca saben nada.
Se les dice:
“Seis millones,
treinta mil que no aparecen”
Pero ellos nunca saben nada.
Lloran después,
cuando dicen que se enteran.
Lloran en los juicios,
lloran en los bares,
lloran en la empresa.
O niegan sin pudor
las cifras evidentes.
Ellos nunca saben nada.
Pero si hay que matar
matan
y si no matan también.